El final con manoletinas y cambiado por la espalda puso el broche final a una gran faena. Dos apéndices y Puerta Gande.
El quinto fue un aninal al que hubo que enseñar, y para eso "El Juli" es único. El comienzo de faena con rodilla en tierra y una primera tanda lectiva para el toro le permitió a Julián pegar dos tandas por cada pitón de largo recorrido y baja altura. Con su particular cañón en la suerte suprema hacía una muesca más en si revólver. Cuatro trofeos. El público y los aficionados rendidos ante el madrileño. Superioridad ante cualquier animal, sentido de los tiempos, las distancias, las alturas... Juli en figura.
No era fácil, nada fácil el papel que afrontaba Diego en esta ocasión. Por quién le acompañaba en el cartel y por el lugar de la cita. Porque... ese señor de pelo cano de la barrera y su nieto, son a los que Diego se encuentra al doblar la esquina cada mañana. Ese hombre de bigote del callejón, es al que ve en la panadería a diario. Y esa mujer de la fila 15, es con la que coincide al salir a pasear con su hija. Esto, unido a la necesidad de sentir el toreo que no pudo en Castellón y Valencia, hacía de la tarde una cita de responsabilidad máxima. Por eso nos daba mucho respeto saludarle al entrar, molestarle lo más mínimo. Hoy teníamos muchas ganas de Urdiales y había que dejarle que disfrutase de cada instante, dejarle estar centrado y que hiciese lo que sabe.
Con el primero de su lote desprendió ese sabor de pureza, añejo en ocasiones, de capote fácil y verónicas templadas. Galleando llevó al caballo a este segundo toro de la tarde. Tomó la muleta y comenzó con ayudados por alto a pies juntos de bella factura. Ponía el sabor en los naturales de una tanda medida en altura, con ligazón y emotivo tempo. Por el pitón derecho una tanda de mentón en el pecho, encajado y profundo porte, calaba en la afición como un puñal. El público, SU público le otorgaba la oreja merecida tras una bonita faena. Hasta aquí tuvo lote Diego, pues a pesar de sus ganas no tuvo más opción. El cuarto hubo de llevarlo a media altura. El animal se orientaba y dedicaba miradas al de arnedo que no le permitían estar agusto. No hubo conjunción. Resoplaban Víctor y Diego tras la muerte del toro pero lo peor estaba por llegar. Las balas de la tarde quedaban en manos de "Granaíno". El más toro de toda la tarde y el de peor juego. El comienzo de la última faena de la tarde hacía presagiar algo grande. Recibo capotero con rodilla flexionada estéticamente perfecto, la gente se metía en la faena. Pero después de esto, se acabó. El toro miraba a todos menos al torero, con la cabeza alta, distraído, embistiendo a arreones. En banderillas se creó un aura de peligro y caos que nada beneficiaba. El animal no se centraba y cuando lo hacía apretaba una barbaridad. Al llegar al último tercio todo se acrecentó. Las ganas de Urdiales le mantenían delante de un animal distraído, desaborío, sin embestida, peligroso y al que consiguió matar con habilidad.
No debe ni puede Urdiales quedarse con mala sensación. Está claro que no es lo buscado ni lo esperado pero Diego Urdiales tiene mucho que decir, lo vemos en menos de una semana, en Las Ventas. ¡Allí va a ser!
El detalle: Brindis entre ambos toreros. Diego le brindó la muerte de su primer toro a El Juli y el madrileño su último toro a Diego.
Entrada: Algo más de tres cuartos de entrada.
Juli- nazareno y azabache
Urdiales- marino y blanco
Texto: Jote
Fotografía: Náyade Moncín
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